Movimiento de ocupación fabril y autogestión obrera en Argentina
“Jaque al patrón, todo el poder al peón” (Afiche pegado por los trabajadores de Grissinópoli en la cartelera)
A lo largo del 2002 había cobrado fuerza y repercusión política un fenómeno social que si bien tenía antecedentes históricos en el mundo y en nuestro propio país, de poco servían para analizar lo que estaba sucediendo en la Argentina ya que no formaba parte de una ofensiva general de los trabajadores ni tampoco de una política de Estado1.
Si bien la caída del gobierno neoliberal de Fernando de la Rúa había sido producto de la movilización popular del 19/20 de diciembre del año anterior, la resistencia, movilización y la lucha popular comienzan mucho antes en las localidades de Tartagal, Cutral Có y Mosconi, en los piquetes que cortan las rutas a lo largo del país, los paros generales, la lucha de estatales y docentes, etc.
Este proceso permite pegar el salto de la resignación, del irse para la casa y ceder conquistas, a tomar las empresas y garantizar el empleo.
Las organizaciones sindicales habían tenido escasa participación y el gobierno peronista de Duhalde que sucedió a la Alianza radical-frepasista lejos estaba de alentar este tipo de experiencias.
Los movimientos de trabajadores desocupados organizados a lo largo de la segunda mitad de la década anterior concentraban sus demandas en la necesidad de ayuda oficial y en el mejor de los casos en micro-emprendimientos autogestionados que limitaban su repercusión a los participantes directos.
Había surgido un multitudinario movimiento asambleario que nucleaba a vecinos de la Ciudad y el Gran Buenos Aires, pero sus demandas se orientaban a reclamos ciudadanos de índole diversa y, lo más importante, los trabajadores ocupados se mantenían pasivos bajo el control de la burocracia sindical, a pesar del impacto de la devaluación que había reducido sus salarios a la mitad y de condiciones de trabajo que habían empeorado bajo la espada de Damocles que representaba la amenaza de la desocupación que afectaba de una u otra forma a más de la mitad de la población económicamente activa2.
En medio de este panorama fueron ocupadas y puestas a producir por sus trabajadores, con distintos grados de efectividad, más de 150 empresas medianas y pequeñas3 que habían intentado cerrar sus patrones mediante procesos de quiebra o el llamado a convocatoria de acreedores.4 En 2001 se producen aproximadamente 1000 quiebras, se calcula que en los últimos 25 años el 90% de las quiebras fueron fraudulentas.
En la consideración de los trabajadores aparece en primer lugar como motivo de la ocupación, la falta de pago de sueldos. La quiebra o concurso de acreedores y el proceso de vaciamiento de ubican en 2º y 3º lugar. Recién para 2004 éstos dos últimos fueron los motivos principales.
La precarización de las condiciones de trabajo, los despidos y el atraso salarial forman parte de la maniobra empresaria previa al abandono y conforman el contexto en que se dieron estas quiebras.
Entre 2000-1 se dieron el mayor número de fábricas recuperadas (más del 40%), lo cual demuestra que los procesos de crisis y recuperación de empresas son anteriores a los hechos de diciembre 2001 y más que sus efectos son parte de las causas.
Pero es a partir de ese momento que se configuran modificaciones de importancia:
- mayor visibilidad pública y apoyo social.
- aparición de nuevos actores sociales apoyando las tomas como las asambleas.
Es cierto que la toma de empresas por sus trabajadores fue resultado de la necesidad, no de la ideología, y tuvieron por objetivo inmediato la defensa del puesto de trabajo y en ese sentido asumen una postura defensiva frente a la situación de cierre o vaciamiento de la empresa. Pero una vez tomadas las fábricas, los trabajadores más politizados propusieron, en asambleas, organizar la producción y las ventas sin los patrones. Estas experiencias atrajeron a profesionales y estudiantes quienes ofrecieron consejo técnico. La lucha y la práctica de la autogestión fueron creando más conciencia de clase después de la ocupación y desde este punto de vista aparecen también como formas ofensivas a diferentes niveles:
a) la gestión de la producción por parte de los trabajadores dando lugar a la intervención en decisiones tales como la inversión en equipamiento tecnológico, las condiciones de trabajo, la administración de los tiempos de descanso y los ritmos productivos.
b) se construyen una serie de demandas que exceden el reclamo puntual y apuntan a la definición de una política pública orientada al sector para acceder, por ejemplo, a la seguridad social. Por otra parte se extienden los reclamos a la definición de políticas públicas orientadas a la industria nacional.
Esta reacción como clase nos señala un cambio frente al cierre de miles de empresas durante los noventa. Uno de los aprendizajes más destacados de las empresas recuperadas será el hecho de demostrar que los trabajadores pueden llevar adelante la producción por sí mismos y no dependen de la patronal.
Tengamos en cuenta que solo el 15/20% del personal jerárquico y profesional se mantuvo en este tipo de experiencias y en el caso del administrativo entre el 33/45%.
Aquí aparece la centralidad de la clase obrera, diluyéndose el mito de la función social de los empresarios y gerentes en cuanto a su capacidad de organizar la producción.
Los trabajadores se vieron en la necesidad de crear una organización que no solo fue capaz de garantizar la producción, distribución y venta, sino que pudo resistir los embates de los distintos poderes del Estado que buscaron por diferentes medios sofocar estas experiencias a través del hostigamiento, las amenazas de desalojo, etc.
Al retirarse los capitalistas de la empresa y ocuparla los trabajadores, éstos quedan frente a otro adversario para la defensa de sus puestos de trabajo -el aparato estatal-, en primer lugar, el poder judicial. La tarea del juez es cumplir con el mandato que surge de la ley de concursos y quiebras: debe rematar los bienes para efectivizar los pagos a los acreedores y, para hacerlo, debe poder disponer de aquéllos, cosa imposible si los trabajadores ocupan la planta.
Como prueba de lo dicho, en abril de 2011 una sentencia del Tribunal de la Cámara Comercial-Sala A, declaró la inconstitucionalidad de la Ley de expropiación Nº 2969 sancionada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en diciembre 2008 dando la tenencia provisoria del inmueble a los trabajadores de IMPA, a pesar que la ley fue aprobada por 52 de los 54 legisladores.
El 23 de diciembre del 2012, el Jefe de Gobierno de la CABA, Mauricio Macri, vetó la Ley 4008 que había prorrogado por 6 años la vigencia de normas que dejaban en manos del Ejecutivo de la Ciudad la expropiación definitiva a favor de los trabajadores donde funcionan las empresas de gestión obrera, afectando a 29 empresas y poniendo en riesgo más de 2000 puestos de trabajo directos.5
Al comienzo, en general, el desempeño de la Legislatura porteña y la bonaerense había sido favorable a los trabajadores. También los jueces, intendentes y demás funcionarios. Los jueces otorgaron en algunos casos a los trabajadores la custodia de los bienes. Los municipios otorgaron subsidios, cajas de comida, etc., aunque esta actitud no implicara un respaldo incondicional. Las definiciones fueron regionales y no se expidieron oficialmente en contra del derecho de propiedad.
Finalmente, el 63% obtuvieron la expropiación a favor de la cooperativa, pero solo el 19% son definitivas (2010).
El único caso de rechazo explícito a la expropiación es el Hotel Bauen donde no solo fracasó un proyecto de ley en la Legislatura porteña sino que, a instancias del bloque del PRO, se aprobó una ley en contra. En el Congreso Nacional tampoco han obtenido resultados hasta el momento.
Otra situación preocupante es el caso de La Toma de Rosario (ex Supermercado Tigre) que el pasado mes de agosto cumplió 13 años, donde un fallo de la justicia declaró inconstitucional la ley de expropiación conquistada en la Legislatura provincial luego de largos años de lucha.
Luego de cumplirse doce años de gestión obrera en la fábrica neuquina de cerámicos Fasinpat (fábrica sin patrones), más conocida como Zanón, sus trabajadores consiguieron este año la promulgación de la ley de expropiación sancionada por la Legislatura de Neuquén.
El gobernador Sapag dilató tres años la finalización del trámite de expropiación impidiendo, entre otras cosas, el acceso a créditos para la renovación de tecnología.
En el caso de Zanón cabe destacar que en la actualidad ocupa 430 trabajadores sin haber recibido ayuda provincial ni nacional como sucedía con sus anteriores propietarios privados. Tienen 40 trabajadores imputados en causas judiciales.
En la provincia de Neuquén también funcionan bajo control obrero otras tres fábricas de cerámicos: Cerámica del Valle, Cerámica Neuquén y Cerámica Stefani (CER.SIN.PAT). Esta última cumplió en mayo de 2014 dos años de gestión obrera, siendo el único establecimiento fabril sobreviviente en la localidad de Cutral-Có donde antes funcionaba la petrolera estatal YPF. Allí son 9 los trabajadores que enfrentan causas penales y 35 los procesados. Un referéndum por la expropiación recibió el apoyo masivo de la población.
El pasado 18 de diciembre el Instituto Nacional de Economía Social (INAES) aprobó la Cooperativa Confluencia (ex Cerámica Neuquén).
En junio de 2011, después de ser aprobada casi por unanimidad en ambas Cámaras del Congreso Nacional, se promulgó la Ley 26684, que introduce importantes cambios al proceso de concursos y quiebras, en especial para los casos de empresas en proceso de recuperación por sus trabajadores, dándoles la oportunidad para que puedan llevar adelante la explotación mercantil de la empresa, tanto en la instancia del concurso preventivo como en la quiebra, ya que las deudas del empresario con los trabajadores (salarios, indemnizaciones, etc.), pueden servir como capital para la compra de la empresa por parte de la cooperativa obrera.
No obstante, delega las decisiones fundamentales al criterio de jueces y síndicos con gran margen de discrecionalidad ideológica en base a fundamentos técnicos de viabilidad. De allí que en el período 2010-3 solo un 16% logró la sanción de una ley de expropiación a su favor.
Al respecto, el Informe del IV relevamiento 2014 del Programa Facultad Abierta afirma que: “la reforma de quiebras no está operando como facilitador de los procesos de recuperación sino estirando los procesos conflictivos al judicializar todos los procesos y alargar los conflictos, sin resolverlos, por lo general, a favor de los trabajadores. Además, parece haber producido el efecto de obturar la vía de resolución legislativa (política) de los conflictos, al crear la falsa idea de que el problema de las recuperadas “se resolvió” con la reforma de la Ley de quiebras”.
La lógica del mercado
La limitación que este proceso es incapaz de superar por sí mismo es la lógica del mercado y su anarquía.
Las empresas autogestionadas tienen la ventaja de no pagar todo el trabajo improductivo de gerentes, representantes, etc., pero a su vez, dada la necesidad de supervivencia, se encuentran envueltas en la lógica del mercado y de la competencia y pueden actuar generando condiciones de auto-explotación, trabajando por bajos salarios, en condiciones insalubres, con altos ritmos y condiciones de flexibilidad por debajo del convenio colectivo de la rama o directamente explotando a terceros.
Un buen ejemplo de esta situación lo constituye el trabajo a façon (el 50% trabaja bajo esta modalidad) donde la explotación es ejercida por parte de un patrón que aparece enmascarado como “cliente” y es aceptado por los trabajadores a falta de una mejor alternativa en el mercado. En algunas ramas ésta es una política habitual pero en la mayoría de las empresas bajo gestión obrera se convirtió en una necesidad durante un largo período ante la ausencia de capital de giro y de no tener acceso al crédito bancario que le permitiera financiar la producción propia. Esta suerte de patrón oculto, entrega la materia prima y retira el producto terminado, fija el precio de la mano de obra y los gastos generales e impone también los ritmos de producción, así como controla toda la cadena de distribución.
En la medida que la gestión obrera logró sostener la producción en el tiempo y formar un pequeño capital como para financiarla ya son muchos los casos que en distintas proporciones combinan trabajo a façon y producción propia.
La recuperación representa un momento re-fundacional en el cual los trabajadores se hacen cargo de las fábricas en situaciones muy desfavorables y traumáticas. Las empresas han sufrido fuertes procesos de desinversión, se encuentran endeudadas con clientes y proveedores, a la falta de capital inicial se suman los largos procesos de desgaste durante la toma o las negociaciones, fuerte incertidumbre jurídico-legal, sin acceso a capital de trabajo o subsidios estatales, con clientes que desconfían del nuevo proyecto, la recomposición productiva será un proceso lento y dificultoso. El 60% incorporaron maquinaria con fondos propios. Solo el 10% lo hizo exclusivamente con subsidios estatales.
Siguen siendo pocas las que han logrado alcanzar cuotas de producción acordes a la capacidad de la planta a nivel de la actividad anterior. El problema de la inserción en el mercado surge como la causa más destacada de los problemas productivos.
También se abre el desafío de desarrollar el proceso de trabajo mediante métodos en los que se considere y reconozca el saber obrero, se tienda a recalificar los puestos de trabajo, revertir las estrategias empresarias que fomentan formas de explotación a otros trabajadores como son la tercerización y subcontratación, y a desarrollar una política que tienda a la eliminación de los accidentes de trabajo y que tenga en cuenta la salud de los trabajadores.
En una mirada más estratégica las empresas recuperadas trascienden la producción y se constituyen, en algunos casos, en ejes de organización popular a partir de la articulación de distintas formas de lucha. Así encontramos la formación de centros culturales, bibliotecas, centros educativos, proyectos de construcción de viviendas, etc.
A su vez, en algunas empresas se piensa en darle una nueva orientación a la producción.
Ya no basta producir mercancías porque se colocan en el mercado, sino que empieza a generarse una producción orientada hacia las necesidades sociales, como la provisión de alimentos para comedores populares y la confección de indumentaria para trabajadores de la educación y la salud.
"Ocupar, resistir y producir"
IMPA constituye una de las referencias centrales del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) que se organizó en los primeros meses del 2002, reuniendo unas 100 empresas.
Defienden la forma jurídica cooperativa ya que según uno de sus voceros, "facilita el acceso al crédito y el reconocimiento legal necesario para desarrollarse como empresas rentables".6
En la provincia de Buenos Aires lograron que se sancione la Ley 5708 que permite al gobierno expropiar los bienes inmuebles y cederlos en comodato a los trabajadores y, según sea el caso, en donación. A setiembre del 2002 se habían realizado unas 20 expropiaciones bajo esta legislación.
Por aquel tiempo, también la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires votó la expropiación de dos fábricas que funcionaban autogestionadas por sus trabajadores: la imprenta Chilavert y la fábrica de materia prima de postres helados Ghelco. Estas nuevas leyes dispusieron dos tipos de expropiaciones: a) temporaria -por 2 años-, de los edificios donde funcionaban y b) definitiva, en el caso de las maquinarias y otros bienes imprescindibles para la producción. Los equipos son cedidos en comodato a las cooperativas de los trabajadores y durante dos años el gobierno pagará el alquiler de los edificios a los acreedores de cada quiebra, luego de este período las cooperativas tendrán prioridad en la compra de la fábrica.
Frente a las cooperativas autogestionadas por sus trabajadores estaban las que reclamaban la estatización bajo control obrero, como fueron los casos de Brukman y Zanón.
Jorge Abelli, otro de los dirigentes del MNER, luego alejado del movimiento, sostenía que la propuesta cooperativa supone no delegar las tareas de dirección en instancias ajenas al colectivo obrero, que pasa por asumir todas y cada una de las responsabilidades y riesgos, incluyendo la comercialización de los productos y enfatizaba: "no parece oportuno entregarle las empresas que hemos recuperado y puesto en funcionamiento con mucho esfuerzo a este Estado mafioso", al mismo tiempo, marca los límites del movimiento: "Nosotros siempre tomamos empresas quebradas, nunca las que todavía están funcionando, porque nuestro objetivo es librarnos del destino marginal que significa estar desempleados".7
Precisamente, al ser una experiencia restringida y al no generalizarse al conjunto de la industria y los servicios, está siempre presente la amenaza de perder la posición conquistada. Tal vez en este sentido, el planteo de Zanón y Brukman sobre la estatización fue un salto en relación a las experiencias de las otras ocupaciones que organizaron cooperativas.8
Más allá de esta valoración, es indudable que todas estas experiencias, se trate de formas cooperativas o no, demuestran que sus protagonistas comienzan a librarse de las viejas costumbres de pasividad, sumisión y obediencia dentro de la vida económica. Afirman la cooperación y la solidaridad, superando el sentimiento de impotencia frente al patrón. Se inicia un proceso de desajenación, de emancipación en el sentido real del término y ponen en discusión la cuestión del dominio del capital sobre las máquinas y el trabajo. En ese sentido tienen un enorme valor pedagógico.
Fábricas abiertas a la comunidad
"La Fábrica, Ciudad Cultural", centro cultural autogestionado en IMPA, en el que funcionan talleres, cursos, un canal de televisión, una universidad, se realizan fiestas, funciones de teatro, cine, etc., representa un buen intento de articulación con la comunidad. Este espacio funciona desde 1999.
El 5 de mayo de 2011 dieron comienzo a las actividades de la Universidad de los Trabajadores con la clase inaugural del seminario “Historia del movimiento obrero” dictada por su coordinador, el ex rector de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, Vicente Zito Lema. También funciona un bachillerato popular con 250 alumnos.
En los salones del Hotel Bauen se realizan actividades promovidas por organizaciones sociales y políticas.
Otro buen ejemplo es el Centro Cultural de La Toma que funciona en el ex supermercado Tigre de Rosario, “puesto en funcionamiento por sus trabajadores en lucha por los puestos de trabajo” en julio de 2001 a partir de un proceso de vaciamiento iniciado por su propietario, Francisco “Don Pancho” Regunaschi, presidente de la Cámara de Propietarios de Supermercados, tres años antes.
En este caso utilizaron el dinero que el Estado destinaría para los subsidios de desempleo en la creación de un supermercado comunitario. Luego concretaron la apertura de un comedor universitario y popular avalado por las autoridades universitarias.
Actualmente funciona un Centro de Comercialización de la Economía Solidaria con la participación de artesanos, instituciones y organizaciones de emprendedores. Asimismo, albergan a una serie de cooperativas de trabajo y organizaciones: El Puente (psicólogos en La Toma), Mesa Coordinadora de Jubilados, Asociación Argentina de Actores (delegación Rosario), Sindicato de Guardavidas (CTA), Cooperativa de Trabajo del MTL, una Librería Obrera instalada por la Fundación Federico Engels, el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos tiene un local de atención al público, funciona un teatro, una radio, etc.
Ya en un plano político, la constitución de la Mesa Coordinadora del Alto Valle, que agrupó a los obreros ceramistas de Zanón con el Movimiento de Trabajadores Desocupados (Neuquén), el Sindicato de Televisión, gremios docentes de la zona, universitarios, personal de los hospitales y organismos de DD. HH., si bien de alcance regional, fue central en la defensa y apoyo a la lucha por la expropiación de la fábrica.
Aunque debemos resaltar que los intentos de coordinación a través del MNER, los Encuentros de Fábricas Ocupadas y Trabajadores en Lucha organizados por Brukman y Zanón o las Asambleas de Trabajadores Ocupados y Desocupados organizadas por el Bloque Piquetero Nacional, se mostraron insuficientes y de hecho agruparon a las distintas experiencias de acuerdo a referencias políticas que en más de una oportunidad actuaron como verdaderos "corralitos" que impidieron a los trabajadores una verdadera solidaridad.
Nuestra Lucha, periódico de los trabajadores de Brukman y Zanón, con la intervención del Cuerpo de Delegados de Luz y Fuerza (Córdoba) y de Supermercado Tigre (Rosario), fue otra expresión de los esfuerzos por vincular las fábricas autogestionadas por sus trabajadores con los movimientos de desocupados, asambleas barriales y el movimiento obrero ocupado.
Una instancia de articulación actual fue el IV Encuentro Internacional “La Economía de los Trabajadores” organizado en julio del 2013 por la Incubadora de Empreendimentos Solidários – INCUBES, de la Universidad Federal de Paraiba y el Programa Facultad Abierta, de la Universidad de Buenos Aires, en Joao Pessoa al nordeste de Brasil. La primera edición se realizó en Buenos Aires en julio de 2007 con el tema “Autogestión y distribución de la riqueza”, convocado por el Programa Facultad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y coorganizado por instituciones académicas, sociales y de trabajadores de la Argentina y de varios países, surgió como un espacio de intercambio entre académicos, militantes y trabajadores acerca de los problemas y las posibilidades de la autogestión y la regeneración de un proyecto político, económico y de sociedad por parte de la clase trabajadora y los movimientos sociales, así como debatir críticamente las prácticas de investigación académica en estos temas. El próximo se realizará en julio del corriente año en la fábrica de comunicaciones VTELCA en la zona franca de Paraguaná, Estado Falcón, Venezuela.
El 3 y 4 de octubre estas experiencias autogestivas se dieron cita en la localidad de Pigüé en la provincia de Buenos Aires. Allí se realizó el Primer Encuentro Regional Sudamericano. Fue la sede del evento una fábrica recuperada y puesta en funcionamiento como cooperativa de trabajo por los antiguos trabajadores de la empresa Gatic (Adidas): la Cooperativa Textiles Pigüé.
La recuperación de empresas por sus trabajadores continúa
En la actualidad, el proceso de recuperación de empresas continúa llegando a agrupar 350 empresas que emplean25.000 trabajadores (Fuente: Ministerio de Trabajo de la Nación), según precisó el vicepresidente de la Unión Productiva de Empresas Autogestionadas, Eduardo Montes, en diálogo con la agencia oficial de noticias Télam.
A modo de ejemplo, en enero del 2013, los trabajadores de una cadena de restaurantes ocuparon cuatro conocidas parrillas porteñas: Don Battaglia, Mangiata, La Soleada y Alé Alé, manteniéndolas en funcionamiento ante el riesgo de ser cerradas por sus patrones.
“El 4 de enero un supervisor les avisó a dos compañeros que iban a cerrar el restaurante”, reseña Andrés Toledo, uno de los 40 trabajadores de Alé Alé. “La noticia corrió y el viernes, cuando entramos a trabajar, reclamamos a la empresa que vinieran a darnos una explicación de qué estaba pasando. No vino nadie. Paramos todo el fin de semana, pero siguieron sin presentarse.” El lunes decidieron pedir asesoramiento a la cooperativa que administra el Hotel Bauen recuperado por sus trabajadores y volver a trabajar.
“Así empezamos a autogestionarnos. Buscando información sobre la empresa, nos enteramos de que había entrado en convocatoria de acreedores y tenía el contrato de alquiler vencido desde hacía siete meses. Incluso habían hecho un convenio de desalojo para el 31 de diciembre, es decir, que la intención era irse.”
En Don Battaglia tomaron la misma decisión el 10 de febrero cuando vieron que la gente de la administración estaba sacando carpetas y libros contables del restaurante. Faltaban vinos, hasta ingredientes para preparar ensaladas. Cuando tomaron la decisión de ocupar el establecimiento vinieron de La Soleada y Mangiata y al otro día ellos también empezaron con las tomas.
Los cuatro locales emplean a más de 200 personas. El INAES les abrió un expediente para que pudieran conformarse legalmente como cooperativas de trabajo, detalló Federico Tonarelli desde el Hotel Bauen, uno de los ejes de Facta, la Federación de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados que nuclea 47 cooperativas y 2000 trabajadores en todo el país.
Un dato diferencia la historia de estos restaurantes de la mayoría de las recuperadas, y es que sus trabajadores no esperaron a encontrarse en la calle para pensar en la autogestión. Tuvieron como antecedente el cierre de La Zaranda, perteneciente a la misma cadena de restaurantes -que no volvió a ser abierto- y eso los decidió a actuar antes de que la historia se repitiera. Ese alerta, junto al conocimiento acumulado en los años que lleva la recuperación de empresas, resultó clave para que no se perdiera ningún puesto de trabajo.
El pasado mes de setiembre, dos locales de la popular cadena de comida rápida porteña Nac&Pop fueron tomados por sus trabajadoras y trabajadores en defensa de sus puestos de trabajo. Luego se agregaron dos más. Sueldos atrasados, vaciamiento y maltrato patronal fueron los empujones que posibilitaron que hoy estén a punto de conformar cooperativas.
Una de sus trabajadoras, Laura, sostiene que ya no es un motivo económico lo que los impulsa a seguir. “Si fuera eso, no podríamos estar armando todo lo que estamos armando. Cuando es solamente la guita lo que se pretende, se busca otro laburo. Desde que estamos acá no sacamos un peso. Por suerte comemos, la yerba y el azúcar lo compramos entre todos. Todo se está colectivizando. Creo que eso es lo que pasó en este local, y espero que pase en todos. Es una cuestión de dignidad. Hemos trabajado días enteros, 16 horas todos los días, o sin franco, no me puedo ir agachando la cabeza diciendo ‘Sí señor, gracias por haberme maltratado’, no le puede enseñar eso a mi hijo.”
En noviembre comenzó a producir en la localidad de Azul, la Cooperativa Textil Nueva Sudamtex, bajo el control de sus 40 operarios.
Azul es una ciudad de 60.000 habitantes, a la vera de la Ruta Nacional 3, en medio de la llanura bonaerense, a 300 km de la Casa Rosada. El acto formal tuvo lugar en el Parque Industrial 2, donde funciona la recuperada, puesta en marcha por los obreros ante el abandono de la patronal, el fallido grupo empresario Arias que los dejó en la calle. En defensa propia los obreros la ocuparon y pusieron a producir. La textil elabora fibras plásticas y venderá la materia prima a otras recuperadas como Alcayana, cuyo presidente estuvo en Azul y entregó casi 30.000 pesos del fondo de huelga del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas.
En el caso reciente más resonante, el 3 de octubre, luego de dos meses de gestiones y movilizaciones, el juez Gerardo Santicchia, cedió la locación de la planta de la multinacional gráfica estadounidense Donnelley, a los 400 trabajadores organizados en la Cooperativa MadyGraf. Fueron los trabajadores quienes denunciaron desde un principio que la empresa no tenía crisis ni deudas significativas, y la quiebra era una maniobra planificada. La misma Presidenta de la Nación tuvo que denunciarla como "fraudulenta" y la AFIP pedir el rechazo a esa quiebra.
El principal capital político y simbólico es su modo colectivo de gestión
Si bien estos trabajadores no fueron la vanguardia social del proletariado, concentrado en las grandes empresas de la siderurgia, automotrices, las alimenticias, los servicios y el transporte, actuaron como su vanguardia política, superando la división entre economía y política en el seno de estas experiencias y dando un salto en la conciencia obrera muy importante.
Notas
1. En Bolivia, surgió de la revolución popular de 1952 el control obrero sobre las minas entre 1953/63. También en Alemania Oriental (1945-53). La autogestión fue la doctrina oficial del régimen socialista yugoslavo entre 1950 y la desintegración de la Federación. En Chile, bajo el Gobierno de la Unidad Popular de Allende (1970-1973), a pesar de la oposición institucional, más de 125 fábricas estaban manejadas por obreros, organizados en Cordones industriales y Comandos Comunales, que aunaban las ocupaciones de talleres e industrias y de tierras abandonadas por latifundistas. En Argentina, hay que recordar que en 1964, en el marco de una gigantesca huelga general se producen las ocupaciones de fábricas más importantes en número y en calidad de participación realizadas en estos años. Los investigadores Celia Cotarelo y Fabián Fernández estiman que entre mayo y junio de 1964 se ocuparon 4.398 empresas, dándose el caso de que en las mismas participaron principalmente obreros fabriles de las principales industrias (metalúrgicas y textiles, sobre todo) y en las grandes ciudades del país, lo que le confirió un carácter proletario genuino y lo dotó de un grado de disciplina y organización sin igual.
2. Para la toma de empresas, al comienzo, el sindicato resulta el principal ausente en la mayoría de los casos adoptando una posición crítica que deslegitima la ocupación. En pocos casos, algunas seccionales resultan un actor central que impulsa la recuperación, como es el caso de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Quilmes o la Asociación de Empleados de Comercio de Rosario a través de su Comisión Gremial. La Federación Gráfica Bonaerense, a pesar de no haber tenido una postura originariamente de apoyo, se ha transformado en una de sus principales impulsores, a través de la Red Gráfica Cooperativa. Una actitud similar asumió la Unión Obrera Gráfica de Córdoba, donde el sindicato mantuvo plenos derechos para los trabajadores, incluso la obra social.
3. La enorme mayoría están en la categoría de PYMES. El 75% emplean menos de 50 trabajadores. Son escasas las que ocupan más de 100 y solo el 2,35% superan los 200.
4. De acuerdo al Programa Facultad Abierta de la UBA, coordinado por Andrés Ruggeri, en su último relevamiento (2014) el total de empresas recuperadas son 311 y ocupan a 13.462 trabajadores. En una entrevista realizada a Eduardo Murúa, referente de IMPA, en FM La Boca de la Ciudad de Buenos Aires, declaró la existencia de 330 empresas recuperadas que agrupan a 15/16000 trabajadores. Sostuvo que: “Este nuevo método de lucha está instalado en el movimiento obrero argentino. Cada vez que cierra una fábrica los trabajadores están preparados para quedarse con la empresa. Quizás fue lo mejor que hicimos: crear conciencia”. Entrevista realizada por el autor para el programa radial “Metrópolis”.
5. En la mencionada entrevista, Eduardo Murúa (IMPA) aclaró que: “Este veto no anula la Ley de expropiación que sigue vigente”.
6. El 95% de las empresas recuperadas se conforman bajo la forma jurídica de cooperativa. Según Andrés Ruggeri, es el tipo de organización legalmente válida de mejor adaptación a las características autogestionarias adoptadas por las empresas recuperadas, de fácil trámite y de ciertas ventajas impositivas y jurídicas. Además, posibilita ejercer el control de la planta sin heredar las deudas dejadas por los empresarios.
7. En la entrevista ya mencionada Eduardo Murúa sostuvo: “Nosotros no participamos nunca dentro del movimiento cooperativo porque siempre quisimos y estuvimos dentro de la lucha del movimiento obrero. Dentro del marco de las cooperativas hay de todo. Algunas se adaptan totalmente al sistema y son de productores. Aunque es un sistema superior al capitalista algunas se adaptan totalmente. También siempre fuimos muy críticos de la autogestión porque no creemos que sea la salvación. Nosotros creemos que los medios de producción más importantes deben estar en manos del Estado y planificados por nuestro pueblo. No creemos en la cooperativa como salida para un nuevo modelo. Ahora en el caso de estas 330 empresas pequeñas la autogestión puede servir como una semillita para ver lo nuevo, para instalar conciencia en el pueblo que no hacen falta patrones para producir y que el trabajo es más importante que el capital que solo es trabajo acumulado. Me parece que cuando los pueblos aprendamos eso podemos tener una salida”.
8. Una serie de empresas se nuclean en torno al Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), constituido en 2001. A comienzos de 2003 el MNER sufrió una fractura interna de la que surgió el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas (MNFR), constituido luego en ONG. A diferencia del primero donde “una fábrica recuperada se convierte en un espacio de resistencia”, en el MNFR el eje está puesto en la recuperación de las fuentes de trabajo frente al desempleo por sobre el carácter cuestionador del proceso.
Por otro lado, una serie de casos se nuclean en torno a la Federación de Cooperativas de Trabajo (FENCOOTRA), que se integra con cooperativas de trabajo en la provincia de Buenos Aires a fines de la década del ’80 y recupera una tradición ligada al cooperativismo y al mutualismo. Otro nucleamiento es la Federación Nacional de Cooperativas de Trabajo Reconvertidas (FENCOOTER) más cercana a los organismos gubernamentales como el INAES, constituida en agosto de 2002 y con un alcance reducido en lo que respecta al número de fábricas que alberga.
Finalmente, encontramos una serie de casos que articularon su discurso en un fuerte cuestionamiento a la propiedad privada y al sistema capitalista, con la significativa participación de algunos partidos políticos de izquierda, distintas organizaciones de derechos humanos y vinculándose también a distintas organizaciones de desocupados. La estrategia de este sector, representado por Brukman y Zanón, se centró en la constitución de un frente de unidad entre los sectores de trabajadores ocupados y desocupados y la estatización con control obrero de las fábricas.
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